jueves, 10 de diciembre de 2020

La tristeza de los caballitos de mar...

¡Qué asombrosa y caprichosa es a veces la naturaleza! que hace que, con un simple vistazo, puedas imaginar la vida y destino de sus habitantes..

Como el caballito de mar, que inspira una ternura, fragilidad y, a la vez tristeza, quizás propiciada por sus condiciones como especie y de su medio, ya que, como caballo en tierra la vida sería más fácil, como vida en mar, se torna dura e impredecible; éstos signátidos están condenados a alimentarse constantemente ya que no poseen estómago, sus propiedades mágicas y curativas falsamente hacen que, cada año, millones de ejemplares sean capturados en China condenándolos a una extinción y, además, el cautiverio les hace no sobrevivir al estrés que les produce el mismo. No tiene casi mecanismos de defensa tan sólo el de esconderse y camuflarse y, su vida se resume en comer o descansar ya que sus pequeñas aletas no les permiten nadar sin agotarse.

Cuando los miro, siempre con la cabeza agachada, siempre mirando al suelo, siempre cargando, siempre en equilibrio, agarrado por su cola batallando con la corriente y marea...
pienso...
¿en qué estará pensando?

Esa impronta heredada en la especie, esas huellas dactilares propias, es como una mochila de karma adornada con leyendas y personajes mitológicos, como la del caballo marino chilote que dice "Esta criatura es invisible, y solo podrían ser vistas por quienes tienen poderes mágicos o un don para ello"


Nunca sabrás con qué mochila está acarreando un caballito de mar...
hasta que lo observas detenidamente...
nunca sabrás si está triste y porqué está triste...
hasta que te pongas en sus zapatos...
nunca sabrás si le podrás ayudar,
hasta que le preguntes...
No supongas.
No especules.
No digas malas palabras.
No cargues su mochila, pero ayúdale a que sea más liviana...
Ofrécele ayuda.

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