martes, 26 de enero de 2021

Un piropo...

 Y...

ha sido, y fue el piropo más sincero sentido en toda mi vida...

el más bonito...

el más surrealista, quizá...

el más recordado...

el típico...

el que me revolvió de adentro a afuera...

el eterno...


Aún hoy, recuerdo la anécdota...

y sonrío...

aprecio la dulzura de aquellas palabras,

y agradezco la atención que depositó en mi esa persona.


Trabajaba en aquella época, ajardinando lugares de la ciudad, cuidando flores...

mis herramientas de trabajo estaban en un lugar ubicado bajo un puente de conexión con la autopista

había obras en esa zona y, para ir a buscar esas herramientas debía dar un rodeo mayor del normal hasta cuatro veces diarias incluso (tenía el cardio afinaito....)


Así que...

los obreros me veían una y otra vez rodear la titánica obra en la que trabajaban...

una y otra vez...

con lo que ello por ser mujer conlleva...

ojos clavados...

algún que otro silbido...

un hola qué tal...

debo decir que nunca me sentí molesta...

no hubo ni un reproche...

ni una mala palabra...

nada fuera de lugar...

además, había una persona por la que sentía atracción...

muy tímida...

pero que me clavaba su mirada o su sonrisa a distancia...

oía como sus compañeros le decían: ahí viene, dile algo...invítala...

anhelaba ese momento de rodear esa obra...

de respirar una atracción mutua pero de cada uno en su lugar...

de qué ocurriría hoy...

esa sensación que quizás conozcas...

de cosquilleo interno...

esa, sí...


Avanzaba la historia,

lenta pero bonita... 

a veces, incluso, en una cafetería improvisada que había en esa obra y por la que yo tenía que pasar, intercambiábamos con prisa, información del otro, dónde vivíamos, cuál era mi trabajo...

palabras, aliento, miradas cercanas...

así día tras día...

como un bucle temporal pero del que no quieres salir...


Una mañana,

en esa rutinaria vuelta,

acercándome a ese punto de encuentro para pasarlo de largo ésta vez...

le visualicé comprando un número de lotería a un vendedor ambulante...

me miró...

y sonriendo, me señaló lo que acababa de adquirir,

y me dijo:

"Si me toca, tú no trabajas más"


Y lo dijo gritando,

para que lo oyeran todos...

fue una declaración a los cuatro vientos,

con palabras encriptadas,

una declaración de principios, de amor, de libertad...

un código que sólo entendimos nosotros,

aunque hubiera mil rodeándonos...

el chico tímido había despertado...

se había liberado,

por fin, 

se había liberado de lo que fuera que le atara.

Unas palabras que decían tanto en tan poco contenido,

que se me quedaron grabadas a fuego en el alma.



Su trabajo en aquel lugar se terminó,

y yo seguí allí día tras día realizando el mío,

con un recorrido más corto ahora,

pero con una sonrisa cada vez que recordaba lo ocurrido.




Gracias a ti por aquella dulzura expresada,

gracias a ti por los momentos,

por las miradas,

por las palabras,

por los sueños.

Te recuerdo.

Quiero que sepas que te/ lo recuerdo.