martes, 9 de febrero de 2021

La carencia en tiempos de covid...

 Era inevitable hablar ya del tema mundial...

Pero no he querido enfocarlo en datos, muertes, caos , "negacionismo" y destrucción...

He querido escribir acerca del cercenamiento del instinto primario humano,

aquel por el cual nos diferenciamos, reconocemos y evolucionamos... 

la socialización...

una reacción autómata en casos normales, cuyas medidas impuestas para frenar el covid se ha llevado por delante...

No soy socióloga ni terapeuta, ni psicóloga, ni psiquiatra...

soy humana...

y mercuriana para más datos...

y con ello me basta para escribir ésto a modo de desahogo...

Sobre la imperiosa necesidad de integración y cuya ausencia duele a ratitos, 

esa en la que la gente de la calle te hable como antes, que te recojan algo que se te ha caído al suelo, que te reconozca y te salude alguien conocido, que lo haga alguien que se ha confundido... 

que te hablen sin conocerte de nada, 

que antepongan la humanidad antes que el miedo...

aunque sea que te miren...

nos hemos hecho tan individualistas que araña el sentido emocional...

tan miedosos que da miedo...

tan introspectivos que inspira soledad...

tan grises que no se ve color por ningún lado...

y no me refiero a que nos hayamos hecho peores personas...

me refiero a la pérdida total no solo del contacto físico, sino de la comunicación básica en sí...

ya sea por medio del sonido, de los gestos, de la vista...


Voy por la calle deseando que alguien me hable...

deseando que la gente se hable...

deseando conversación entre las calles...

buscando conexiones esporádicas...

nuevas amistades,

posibles amores,

olores cercanos personales y no precisamente de la marca de gel hidroalcohólico...

alguna melodía,

alguien riendo a carcajada limpia,

hablando solo aunque sea, y no por el móvil...



En el proceso de limpieza en el que me encuentro,

en el que las carencias y las emociones están aflorando...

en el que se me muestran los posibles cambios...

los caminos abiertos de par en par...

las respuestas a preguntas...

en el que la revolución interior está a punto volcán...

y todo va floreciendo...

salgo de mi para mirar al mundo en su conjunto...

porque existe un todo unido a uno...

y, al querer adaptarme a los nuevos patrones de comportamiento,

y recordar los antiguos con una nostalgia tremenda...

concluyo en tener que dejarlo todo al azar, 

llámalo destino...

llámalo ya paciencia...

lo llamo soltar sin más.

Cuando no se puede controlar, no se puede y ya está.





La soledad es necesaria...sí...

un tiempo...

luego ya se convierte en hastío, pasa a ira, a pelearte contigo...

y, finalmente, a creer que es tu sino...

a conformarte con ello...

a no darle más vueltas...

es un continuo..."conmigo no pueden" con "bah, no merece la pena"

es mi dualidad la que me dice precisamente lo que no quiero para mi vida,

la que me marca una bipolaridad casi diaria...

la que, intenta romper cadenas de las que estamos todos atados....

y ahí, es donde entra el conjunto...

uno tira,

el otro se estampa...




Echo de menos,

noto las ausencias,

añoro antiguos estados,

rebusco reminiscencias de antiguos humanos,

y me emociono al encontrarlos, 

me recreo en las pequeñas cosas;

las de cualquier septuagenario preguntándome la hora,

la de la chica de la tienda que me da el cambio en la mano y no en el mostrador,

la de la mirada del chico de la gasolinera,

la de la papelería concurrida donde me encuentro con una alma amiga,

la de poder abrazar sin preguntar en modo clandestino,

la de la sonrisa con los ojos de cualquier niño...

la de alguien dando los buenos días intencionadamente,

el nieto y el abuelo,

la del café para llevar con un "smile" escrito,

éstos pequeños gestos elevan la vibración en éste planeta...

se sienten los latidos juntos...

tiñen todo de esperanza...

sanan.





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